Era de noche cuando se ató una capa con trémulas manos alrededor del cuello y se pasó la capucha por la cabeza, dejando sólo asomar un par de mechones rojos. La lluvia amenazaba cuando salió a la calle y anduvo con pasos rápidos, aprensivos, cruzando la carretera. Un único y fijo objetivo para sus intenciones y sus ojos: la puerta de entrada a
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